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(VIDEO) “Que se vea que realmente hay justicia, que no porque tienes poder puedes hacer de las tuyas”, es el grito de Esperanza Lucciotto, madre de Karla
20:28 lunes 29 junio, 2020
San Luis“Yo voy a luchar por todas, aunque me quede en el camino, pero yo voy a luchar”, fueron las palabras que expresó Esperanza Lucciotto, mamá de Karla Pontigo a ocho años de estar en la búsqueda de justicia para su hija, quien presuntamente, fue víctima de feminicidio en San Luis Potosí. Esto durante la transmisión del documental “Justicia par Karla Pontigo”, en el marco de la Jornada Académica y Formativa: por la erradicación de la violencia de género y el acoso contra las mujeres en las instituciones y la vida comunitaria. El sábado 28 de octubre del 2012, Karla Pontigo acudió a laborar como cotidianamente lo hacía a un bar de la avenida Venustiano Carranza en la capital potosina, fue víctima de feminicidio y tras ocho años de lo ocurrido, siguen sin haber respuestas al caso y omisiones en las investigaciones, además de las indagatorias sin perspectiva de género. El documental narra los hechos a través de su madre y su hermano, sobre cómo fue el caso de femincidio de Karla Pontigo.
Esperanza Lucciotto abrió su corazón, sus sentimientos y manifestó la desesperación por obtener justicia por Karla y por todas las mujeres que han sido víctimas de feminicido en la entidad potosina y donde las autoridades han sido omisas. “¡Las instituciones se creen dioses, creen tener la razón. Queremos justicia porque es lo que merecen!”, enfatizó.
La señora Esperanza y su hijo Fernando recordaron a Karla como una mujer alegre, dulce, cariñosa; que tenía amigos en demasía, que le gustaba estudiar, bailar, participar en diversas obras, y ser siempre alegre. Tras ocho años, sigue estando presente entre sus familiares, como la exigencia colectiva de justicia. “Así pueda pasar una vida, siempre para mí estaría presente. Para mí, la siento que aún está, que sigue conmigo. Yo sé que van a decir que estoy mal, pero sí es tan difícil sacar, y más cuando la vez nacer, crecer, hacerse mujer…”
Karla trabajaba en un antro de la ciudad como animadora, y a pesar de que su empleo no gustaba a su mamá, siempre fue apoyada. Sin embargo, evidenciaron y señalaron al dueño de ese antro, que acosaba a Karla, e incluso, dejaba de pagarle su sueldo para acudir al centro donde Karla daba masajes terapéuticos… Un 28 de octubre, la corazonada de madre le advertía de una tragedia. “Yo ya sentía algo dentro de mí, algo raro, incluso me sentía mal, fui a enfermería (en su trabajo), sentía que mi corazón me decía algo, no me imaginaba lo que iba a pasar, pero una madre siente…” El día transcurrió diferente, según relató, las llamadas de Karla eran constantes a su madre. Ese mismo día por la noche, Fernando circulaba por el antro donde trabajaba Karla. Se percató y le extrañó que estuviera con las luces apagadas, más aún porque iba a recogerla después de trabajar, y esa noche no había recibido el llamado. Se acercó Fernando al antro para saber de su hermana, donde sólo recibió una fría respuesta que tuvo un accidente. Ingresó al lugar y se encontró con el cuerpo de Karla tirado en el suelo, empapada en un charco de sangre, y con la pereza de los cuerpos médicos para acudir a auxiliarla. Decidió por iniciativa propia trasladarla en ambulancia a una clínica médica. En la madrugada le hablaron a Esperanza para avisarle que llevarían a Karla a la Clínica 50 del IMSS “por un accidente”, luego al Hospital Central. Lo peor que pudo imaginar Esperanza fue una caída, una cortada con un vaso roto, y no la magnitud del problema del cual llegó a ser. Había incertidumbre de saber qué había pasado. “Esa sorpresa fue una de las etapas que jamás pensé. Estaba (Karla) sentada en una camilla, con diez doctores encima, con un aparato que le salía de la boca, desnuda. Los doctores encima de ella, yo pregunto qué pasa, qué tiene y me sacan… sólo que ella está estable”, narró Esperanza.
El reporte médico que le dieron fue una cortada punzocortante oblicua en la pierna, de abajo hacia arriba, que le cortaron la vena aorta, femoral, las venas principales. Que le provocaban un imparable sangrado. Pero además cercenado el hueso. “Nunca llegó nadie para darme explicaciones. Siempre he tenido preguntas pero nunca respuestas, cómo pasó, por qué pasó, porqué le hicieron eso. Por qué todo estaba fuera de lugar, no había un porqué ella estuviera así”, manifestó.
De las últimas veces que Esperanza miró a Karla fue sin una pierna, sus manos estaban frías, con cortadas en los antebrazos. “Cuando veo a Karla, la veo con un golpe en la cabeza, el ojo casi salido, el labio inferior donde la mordieron y se lo querían arrancar, unos brazos marcados, más cortadas. Grité, dejen de hacerse pendejos, esto no fue un accidente, ¡qué le pasó a mí hija!, eso no fue un accidente cuando ya estaba viendo, este no fue un accidente. Dónde está la policía, el dueño, alguien me tiene que decir qué pasó”, suplicaba con miedo y llanto en su rostro.
Mientras tanto, aún con vida Karla, el represente legal del antro ofreció pagar los gastos funerarios a la familia, y del Hospital, en repetidas ocasiones solicitaban que donara los órganos de su hija. “¡Cuál era el afán de pedirme los órganos de mi hija, no entendía cuál era el afán!”. Luego, le notificaron que Karla Pontigo había fallecido. Situación que se convirtió lo que llamó “un trueque”, pues tuvo que donar algunos órganos de Karla para poder presentar una denuncia y solicitar la atención del Servicios Médico Forense. “Un trueque para hacer la demanda, tuve que dar los órganos de Karla que fueron las córneas y los riñones, fue cuando me pudieron levantar una demanda…”
“El mundo se me estaba echando encima completamente”, expresó, pero aun había más información por conocer. Un dato que sorprendió más a la Señora Esperanza fue cuando le preguntaron sobre la actividad sexual de Karla, donde tras un raspado vaginal, se conoció: “el labio inferior y superior tiene rasgaduras, lo que derivó en una violación. Una estocada más”.
Mientras tanto, en el Ministerio Público narró que sufrió desprecio por parte del personal, pero es ahí donde identificó la bolsa de Karla, que encontraron en la oficina del dueño del antro. “¿Qué hacía ahí la bolsa? Son preguntas que no han tenido respuesta. No estaban sus identificaciones, sus tarjetas no las encontraron. Me da a pensar que la querían desaparecer…” Con esta situación, ante la tormentosa imagen de ver a su hija muerta, y la indiferencia de las autoridades Esperanza se sentía muerta en vida. La situación no terminó ahí, tras una exhumación al cuerpo de Karla, detectaron que faltaban órganos, además de los que donó. Y eso nunca se lo hicieron saber a la mamá. “¡Yo culpo a quien lo hizo, sea quien sea, que haya el antecedente que sí se puede castigar a la gente, que no porque tengas poder puedes hacer de las tuyas, que se vea que realmente hay justicia!”, reviró.
El caso de Karla Pontigo, como el de Mariana Lima han sido emblemáticos a nivel nacional por las inconsistencias en la investigación por parte de la autoridades correspondientes. Casos que fueron investigados como homicidio y no feminicidio. La Suprema Corte de Justicia de la Nación dio “una luz” a Esperanza, pues concedió que se volviera a investigar el caso con perspectiva de género y la Fiscalía General del Estado está obligada a abrir una nueva investigación, “de un femincidio que fue lo que le hicieron a Karla”. “Yo sé que voy a hacer justicia por ella y por todas”, concluyó Esperanza Lucciotto, quien sigue firme en la lucha de justicia para Karla Pontigo, y que se suma al respaldo de madres y padres de familia que han sido víctimas del feminicidio a alguna de sus hijas.