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Hay, ahora, al menos dos versiones divergentes sobre lo que llevó a Tyler Robinson, un joven de 22 años, blanco de familia conservadora
00:10 domingo 21 septiembre, 2025
ColaboradoresAl margen de los que hayan sido los motivos reales que llevaron al asesinato del activista de derecha Charlie Kirk, su muerte parece destinada a ser pretexto para una nueva cacería de brujas al estilo de las que realizó el tristemente famoso senador "cazacomunistas" Joe McCarthy hace 70 años. Hay, ahora, al menos dos versiones divergentes sobre lo que llevó a Tyler Robinson, un joven de 22 años, blanco de familia conservadora, a asesinar a Kirk, popular entre la derecha y particularmente apreciado por el presidente Donald Trump. En la versión de Trump y sus aliados, Kirk fue víctima del movimiento de odio de la "izquierda radical" que, en palabras del Subjefe de asesores Stephen Miller, es una ideología "que odia todo lo que es bueno, justo y bello y celebra todo lo que es perverso, retorcido y depravado". Pero en las claves de la retórica de los adherentes de Trump, muchos de ellos procedentes de la derecha religiosa, todos los que no estén de acuerdo con ellos son probablemente extremistas de izquierda que deben ser perseguidos. En esa versión, Robinson habría asesinado a Kirk por resentimiento hacia sus posiciones anti-trans-sexuales y motivado por su propia relación afectiva con un presunto transexual. En la segunda versión, circulante en medios liberales y promovida en redes sociales, Robinson habría actuado bajo la influencia de un movimiento de extrema derecha, denominado "Groyper", para cuyos militantes los seguidores del "trumpismo" son insuficientemente radicales. Ciertamente, es de esperar que la primera narrativa prevalezca. No solo está apoyada por las interpretaciones policiales, sino por la conveniencia política. De acuerdo con la historiadora Heather Cox Richardson, Trump y sus aliados siguen una táctica que atribuyó a McCarthy, consistente en construir una narrativa que denunciaba a los oponentes como anti-estadounidenses y construir un mundo ficticio que podían hacer real siempre y cuando pudieran convencer a los votantes de creer en él. Buena parte de esa fórmula es poner al adversario a la defensiva a base de declaraciones escandalosas y mentiras, para luego lanzarse contra nuevos blancos antes de que se aclarase la falsedad, el ciclo noticioso y la atención pública estaban en otro lado. Pero si McCarthy estaba en su momento en una posición de poder, esta vez la derecha y los herederos de McCarthy están en el poder, en un país ideológica y políticamente mucho más dividido que el de los 50. La reacción de la derecha a la muerte de Kirk ha sido de cólera y, mientras el personaje es celebrado como adalid y mártir, aquellos que no estaban de acuerdo con él o critican ahora sus posturas políticas o sociales, son literalmente perseguidos o despedidos de sus empleos. McCarthy fue eventualmente exhibido como mentiroso, pero el recuerdo de sus ideas y sus formulaciones persiste en la memoria de los estadounidenses, como patriotismo frustrado para algunos o símbolo de una peligrosa paranoia para otros. POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS COLABORADOR [email protected] @CARRENOJOSE